En octubre de 1917 tuvo lugar la Revolución Bolchevique. El Profesor Javier Fernández Aguado, frecuente colaborador de GREF, acaba de publicar el libro ¡Camaradas! De Lenin a hoy (LID, 2017). En su nueva investigación analiza el Management del comunismo y sus franquicias.
Muchos directivos y estudiosos le conocen como el Peter Drucker español. De la relevancia de la obra de Fernández Aguado habla el Simposio internacional sobre su pensamiento que tuvo lugar en febrero de 2010. Se reunieron en Ifema más de 600 profesionales de doce países de Europa y América para reflexionar sobre las propuestas de nuestro autor de Management más reconocido internacionalmente. Numerosos miembros de GREF asistieron a aquel evento.
Hace dos años, Fundación Bancaria la Caixa creó una Cátedra de Management en IE Business School, una de las más prestigiosas del mundo, para contribuir a la continuidad de los estudios del profesor Fernández Aguado y a la difusión de su obra. ¡Camaradas! De Lenin a hoy es uno de los frutos de esa colaboración.
Fernández Aguado ha recibido, entre otros, el premio J. A. Artigas a mejor investigación española en Ciencias Sociales (1997); el de Mejor Conferenciante español de economía y empresa (2005); el de mejor Asesor de Alta dirección y Conferenciante (2015); y hace pocos meses el de Auctoritas del Management (2017). En 2008, recibió en Estados Unidos el premio Peter Drucker a la innovación en management por su propuesta y desarrollo de las Terapias para patologías organizativas en las organizaciones.
Se trata, en fin, de un investigador que es a la vez conferenciante internacionalmente solicitado, fundamentalmente por equipos de alta dirección.
GREF: ‐En ¡Camaradas! De Lenin a hoy habla reiteradamente de la necesaria coherencia de los directivos. ¿Por qué la insistencia en esa cuestión? Cada ser humano encierra una ineluctable contradicción vital. Dentro de nosotros llevamos lo mejor y lo peor. El esfuerzo personal y el entorno facilitan que hacia el exterior se vuelque lo sublime o lo abyecto.
La validez de un proyecto depende en buena medida de que quien lo pilote responda con su ejemplo a lo que impone a los demás. Este es uno de los criterios para diferenciar entre un líder y un manipulador.
GREF: ‐¿Qué sucedió con los bolcheviques?
El caso de Lenin es una muestra de las profundas incongruencias de la mayor parte de los dirigentes comunistas.
Vladimir Illich Uliánov nació en 1870, en Simbirsk. La ejecución de su hermano Alexandre en 1887, por haber colaborado en un atentado contra el Zar, marcó su existencia. Quince años más tarde, por ese resentimiento, Lenin fundó la Unión para la Lucha por la Liberación de la Clase Obrera. Esta y otras actividades le llevaron al destierro. Años después, por cierto, para muchos miles, por enfrentarse a Lenin como él lo había hecho con los zares, el destino fue una tumba en Siberia… Múltiples fueron las razones para el éxito de Lenin. La principal, probablemente, que fue un trabajador incansable. Desde muchos años antes de encabezar la revolución, algunos de sus colaboradores le auguraban la victoria porque –aseguraban‐ “piensa veinticuatro horas al día en la revolución”.
Su cerebro se centraba en exclusiva en la conquista del poder, con ausencia de empatía. Resulta significativa la narración de Gorki, tras la muerte de Lenin, sobre un concierto al que asistieron juntos. Al salir, Lenin le comentó: “No conozco nada mejor que la Appassionata. Podría escucharla todos los días. ¡Qué música asombrosa, sobrehumana!”. Y agregó: “Pero no puedo escuchar música a menudo; me altera los nervios. Me dan ganas de decir cosas amables y estúpidas, y dar palmaditas en la cabeza a la gente que, viviendo en este sucio infierno, pueden crear tanta belleza. Actualmente no se puede acariciar la cabeza de nadie (…). Hay que golpear esas cabezas sin piedad.”
GREF‐ ¿Puede poner otro ejemplo?
Lenin imponía grandes cargas a los demás, a la vez que era íntegramente complaciente consigo mismo. A lo largo de su vida lo manifestó en múltiples ocasiones. Para empezar, cuando requirió que en el ferrocarril que le conducía a Siberia como desterrado tuviera un vagón más para que pudiese viajar en mejores condiciones. Nunca, en los innumerables de trenes que él despacharía con ese destino permitió que nadie gozase de las comodidades que él exigió y… logró. Lo mismo sucedió en sus hábitos personales cuando ya encabezaba la revolución: desde los continuos caprichos en las comidas, las infidelidades a su esposa, el número de personas de servicio o la colosal comodidad de su dacha.
GREF: ‐En su libro incluye un capítulo sobre el humor. ¿Por qué?
‐La chanza es la postrera trinchera ante la tiranía. En cualquier país, cuando un dictador toma el poder, independientemente de su ideología, la gente procura repudiarlo. Si no es posible, acaban multiplicándose los chistes para ridiculizarle. Suele suceder, por lo demás, que los tiranos no suelen estar muy abiertos a la broma.
A Mao no le agradaba nada la socarronería. Inventó un delito: “pronunciar palabras raras”. Cualquier comentario escéptico sobre él suponía la muerte.
A Stalin sólo le provocaban hilaridad las chanzas que él realizaba. Por el contrario, las que alguien hiciera sobre él –si llegaban a su conocimiento‐ suponían graves daños, también físicos, para el implicado. A pesar de todo, el humor se abrió paso, porque es un modo de manifestar lo ilegítimo de la caciquismo comunista.
GREF:‐¿Puede poner algunos ejemplos?
— ¿Cuál es la diferencia entre el socialismo y el socialismo marxista?
— La misma que entre una silla y una silla eléctrica.
¿Quién fue Hitler?
— Un dictadorzuelo de la era Stalin.
En diversos países resumían así la situación:
— ¿Estamos viviendo el cien por cien bajo el comunismo o aún pueden ir peor las cosas?
— Mamá, mamá, en el colegio me llaman estalinista…
— ¿Pero, hijo, y tú no les pegas?
— No, mamá, de eso se encarga mi comisario político… Durante la requisa de alimentos, Stalin visita una granja comunal:
— ¿Cómo ha ido este año la cosecha de patatas?
— Bien, camarada Stalin, si las pusiésemos una encima de otra, podríamos llegar a Dios…, respondió el encargado.
— Pero dios no existe— replicó enfadado Stalin.
— Tampoco las patatas, camarada. Otro ejemplo, en fin, de humor en la Unión Soviética:
— ¿Por qué el Sol a la mañana en la Unión Soviética brilla tan alegremente?
— Porque sabe que para la tarde estará en occidente… Es sólo un espigueo de los numerosos ejemplos que recojo en el libro. Con la lectura de ese capítulo se entiende lo que el comunismo pretende.
GREF: ‐Tanto en El Management del III Reich como en ¡Camaradas! De Lenin a hoy habla de la manipulación del lenguaje. ¿Es una cuestión tan importante?
‐La palabra crea realidad. De lo que no se habla no existe. Con la llegada de los bolcheviques se instauró una dictadura del lenguaje ‐paralela a la política, social y económica‐ que sería luego remedada por regímenes inspirados en el marxismo. Ya no habría ministros, sino Comisarios del pueblo. No habría gobierno, sino Soviet de los comisarios del pueblo. No habría clamor por la democracia, sino un gobierno fuerte, enérgico y radical al servicio del proletariado.
John Reed, norteamericano al servicio de los bolcheviques, bien conocido por la superficialidad de sus juicios, escribió un libro de propaganda: Diez días que estremecieron el mundo. Se trata de un texto trufado de descripciones exultantes sobre los bolcheviques, como si hubieran sido respetables caballeros. Es un prototipo de manipulación ideológica lograda con la perversión de una pluma vendida.
Para los bolcheviques, el discurso nacionalista tenía interés en cuanto les servía puntualmente para sus intereses. Lo que antes denominaban “prisión de pueblos zaristas” pasó a ser “unión voluntaria dentro de la república soviética rusa”.
GREF:‐¿Dónde quedó la prometida libertad de los pueblos?
La URSS impuso un modelo centralista y radical, sostenido por los tanques del Ejército Rojo y la Cheka.
Lenin siempre lo había tenido claro, como se puede apreciar en su correspondencia de 1913, en la que se declara contrario a la federación. En 1918 aseguraba: «Los intereses el socialismo son mil veces superiores a los derechos de las naciones a disponer de sí mismas». Rosa Luxemburgo fue de los pocos que advirtió la contradicción entre lo que se hacía y decía, planteando que hablar de nacionalidades haría que a la larga se olvidaran los problemas de clase y se dedicaran los esfuerzos de la revolución al nacionalismo, que ella consideraba reaccionario.
El nacional socialismo o nazismo fundió en uno el nacionalismo con el racismo y el marxismo. Algunos de enfadan al escuchar que el nazismo y el comunismo son los mismo. Se trata de dos ideologías perversas e inhumanas. El comunismo ha sido más dañino sencillamente por su prolongación en el tiempo.
GREF:‐¿Ya la libertad de acción de las personas?
Unas palabras de Lenin explican su modo de conceptualizar cuando suprimió de un plumazo la representación política de la nación. La implantación de una dictadura más tajante que la de los zares quedaba edulcorada por bellos términos: “Amigos, he perdido un día para asistir a la demostración de las aspiraciones contrarrevolucionarias, camufladas por la fraseología socialista de Chernov y Tseretelli. He pasado un día pesado y aburrido en el ambiente elegante del Palacio Tauride, tan diferente, incluso en su aspecto, del Instituto Smolny, con la misma diferencia que existe entre el elegante, pero muerto parlamentarismo burgués, y el organismo soviético, proletario, simple, y en algunos aspectos todavía desordenado e inacabado, pero vital y viable. Allí, en el viejo mundo del parlamentarismo burgués, los líderes de las clases enemigas y los grupos hostiles de la burguesía peleaban entre sí. Aquí, en el nuevo mundo del estado socialista proletario y campesino, las clases oprimidas realizan su tarea“.
Es fácil detectar que se trata de ocultar detrás de una vacua palabrería la imposición de un sistema tiránico. Las franquicias del comunismo siguen haciendo igual: tratan de camuflar tras frases más o menos elaboradas la faz depredadora de los déspotas.
GREF:‐¿Cómo explica el éxito de la marca ‘comunista’ en el mundo contemporáneo?
‐Se debe a una mezcla de lo bueno que supuestamente vende –un pretendido bien para los pueblos‐, con un control radical de la información sobre los resultados cuando alcanzan el poder. La libertad de prensa desaparece de inmediato en cualquier régimen en el que el comunismo o alguna de sus franquicias toma el timón. La ignorancia de muchos sobre los sucesos de 1917 y de quienes en ellos se han inspirado explica el sinsentido de que la ideología que ha provocado docenas de millones de muertos siga proponiéndose como salvadora del mundo.