Todos giramos en torno a algo: amigos, dinero, placer, poder, principios, ideologías, salud…
Hay que procurar discernir dónde queremos llegar, y poner entonces los medios. El valor de la propia vida depende en buena medida de ese fin final que cada uno se marca. Quien no actúa así, no por eso deja de tener una meta, pero le sucede que ignora cuál es, y eso antes o después le abate.